martes, 20 de enero de 2009

ESPAÑA: PENA DE MUERTE POR AMERIZAR

.- Lunes 19 de enero de 2009.-

  1. • Un piloto español fue juzgado tras un caso similar al del Hudson, con un muerto


 

El avión era más pequeño, pero la situación bastante más complicada. El 16 de septiembre de 1966, la aviación española vivió un amerizaje parecido al del pasado viernes en Nueva York. El aparato era un DC-3, con 24 pasajeros y tres tripulantes a bordo. Pero el lugar del amerizaje forzoso no fue un río con aguas bastante tranquilas, sino las olas del Atlántico, delante de la costa de El Sauzal (Tenerife). Y el piloto, en lugar de ser proclamado un héroe como Chesley Sullenberger con su Airbus en el río Hudson, fue tratado inicialmente por las autoridades como un villano.


"Nunca dudé en dar mi vida por salvar a los pasajeros y aun así querían fusilarme", recuerda ahora Eugenio Maldonado, de 72 años. Le sometieron a juicio porque murió uno de los pasajeros, un antiguo alcalde tinerfeño. Fue condenado a muerte por la justicia militar, que regía entonces la aviación en España, pero se salvó al demostrar la autopsia que el pasajero falleció por un infarto, no ahogado.


"El hombre no supo nadar y se agarró a la puerta del avión mientras los demás subían a un barco de pescadores. Le dije que viniera conmigo, pero no me contestaba. Tenía los ojos abiertos, pero al parecer ya le había dado el infarto. Juntos nos precipitamos al fondo del mar, intenté rescatarlo, pero casi no pude regresar a la superficie", explicó el piloto hace cinco años al diario El Día de Tenerife. El tribunal, sin embargo, consideró en un primer instante que Maldonado era responsable de la muerte del pasajero. Aún le duele no haber sido nunca un héroe, como Sullenberger ahora.

Hélice averiada


Maldonado había despegado a las ocho y media de aquella mañana del aeropuerto de Los Rodeos en dirección a La Palma cuando casi de inmediato el avión sufrió una grave avería en una hélice. Entre nubes empezó a perder altura, salvó por poco una montaña y el piloto decidió buscar la cresta de una ola para amerizar ante la costa. Tal fue la cortina de agua que el aparato levantó, que otro avión alertó de que se había hundido y que seguramente todos sus ocupantes habían muerto. Todo lo contrario. Maldonado sabía que tenía solo cinco minutos para desalojar a los pasajeros antes de que se hundiera el aparato y pudo bendecir la presencia cercana de un barco de pescadores.


El expiloto, natural de Toledo y residente ahora en Málaga, tiene escritos cientos de historias como para hacer un libro sobre sus vivencias, ya que aquel no fue el único incidente que sufrió durante su carrera. Así, en 1962 sufrió quemaduras al explotar su caza militar --el copiloto murió--; en 1982 el avión que pilotaba de Londres a Madrid se quedó sin mandos y logró aterrizar en Barajas solo maniobrando con los motores; y en 1987 se le dobló parte del tren de aterrizaje en medio de una densa niebla en Milán.

 
 

FUENTE: EL PERIODICO DE MALAGA

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